Death Wish I-V (1974-1994)

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Tras otros mil meses de silencio la Papada de George Lucas regresa con fuerza con un quíntuple post espentacular en el que analizamos la desbarrante saga Death Wish de Charles bigotitos Bronson. Honor, plomo y sangre son sustituidos por Punkis, bigotes y pistolones en cinco películas ultraviolentas y ultragilipollas que harán las delicias de los cinéfagos menos exigentes.

Pero no nos llevemos a engaños, no vamos a analizar las cinco películas una a una porque #1 Somos unos putos vagos y #2 Las cinco películas son básicamente la misma película.

Y es que en Death Wish la estructura siempre es la siguiente:

-Unos punkys matan/violan a un ser querido del bueno de Paul Kersey, el personaje interpretado por Bronson.

-Kersey se venga a balazos porque la ley y la justicia ordinarias son incapaces de ayudarle.

Y ya está, ¿para qué necesitas más?

Para acabar de aclarar de qué estamos hablando vayamos con unos microresúmenes de cada una de las entregas de la saga.

Death Wish I: Matan a la mujer de Bronson y violan a su hija dejándola catatónica así que Bronson se lía a tiros con todo punky que se encuentra por la calle sin preocuparse nunca de buscar a los punkys que realmente le destrozaron la vida.

Death Wish II: Violan a su sirvienta (¿?) y de nuevo a su hija -aún catatónica-. La hija acaba saltando por una ventana ensartándose en los pinchos de una valla y Bronson se venga, esta vez sí, de los punkys que le afrentaron.

Death Wish III: Matan a un amigo suyo y más adelante también a una chica con la que Charles había follado la noche anterior. Charles no reacciona demasiado bien y monta una guerra urbana de cojones en la que destruye más edificios que en un combate de los Power Ranger. La esencia de Death Wish 3 queda resumida perfectamente en esta escena:


-¡Le han robado el pan a esa señora!
-¡Esto es la guerra!


Death Wish IV: La hija de su nueva pareja muere de sobredosis y Bronson comienza una batalla particular contra el narcotráfico. A la postre su nueva pareja también es asesinada -Sí, se veía venir-. En una escena mágica en la que la madre de la niña muerta por sobredosis está investigando sobre los peligros de las drogas para escribir un artículo sobre ello en el periódico en el que trabaja, un médico forense le enseña el cadáver de un chico al que le ha explotado una pipa de cocaína en la cara.

Death Wish V: A su prometida le desfiguran la cara y poco después la matan unos tíos que blanquean dinero a través de pasarelas de moda. O eso me pareció entender porque no explican demasiado bien nada de lo que pasa salvo que a Bronson no le gusta que esté pasando. Por cierto, que montan un drama increíble con lo de la desfiguración de la cara y al final son cuatro rasguños.

Me llllssaaammoo Jossshepshhhhine Merrrrrick

De los anteriores microresúmenes podemos sacar una valiosa lección: Ligar con Charles Bronson equivale a morir.

Siendo fieles a la realidad -aunque sólo sea por un día- La primera de las cinco películas sí que es diferente a las demás. En Death Wish I Charles Bronson sufre cuando mata, llora y vomita con los nervios que le provocan sus asesinatos. En definitiva: todavía es un pusilánime.

Es a partir de la segunda entrega cuando la pentalogía comienza a cobrar sentido. Charles Bronson deja atrás por fin sus ridículos remilgos y se destapa como un justiciero de los que desgraciadamente ya no quedan. Un ejemplo para una sociedad corrupta y peligrosamente afeminada que necesita héroes y bigotes con urgencia. Paul Kersey representa el espíritu de los pioneros estadounidenses, de los últimos hombres de verdad que poblaron el continente americano exterminando indios y búfalos como si no hubiera un mañana. Paul Kersey es el último heredero de esa estirpe de héroes que fundaron una nación a golpe de Colt.

¿Quién no se ha sentido desprotegido alguna vez en este mundo? ¿Quién no ha dejado de ir a denunciar un robo de algo de poco valor, como, no sé, una bolsa de Pandilla Drakis, por miedo a que la policía se riera de él? Yo os lo diré: Paul Kersey. A Paul Kersey le importa una mierda todo. Si incumples la ley, mueres, así de sencillo y así de fácil. Tiro por la espalda. Y le importa tres culos provocar él mismo los robos para justificar sus ejecuciones. Y sino mirad como contonea la cámara de fotos a lo turista despistado en una noche en el Bronx en la siguiente escena...





La pentalogía desgraciadamente llega a su máximo esplendor de violencia en su tercera entrega y en las dos siguientes el huracán de balas y destrucción sin sentido amaina. Sin embargo, aunque la violencia de un bajón LO RANCIO hace su aparición: Muñecos y muertes estúpidas aparecen por doquier para alegrarnos las dos últimas entregas de una saga ya legendaria.



En el siguiente gráfico se puede apreciar el perfecto equilibrio estético-dramático a lo largo de las cinco entregas de Death Wish sostenido por la constante longitud bigotil de Bronson.




La figura de acción de Machete se vende por separado.

The bazooka, Charles?

Como ocurría con C.H.U.D. Los traductores de títulos se volvieron locos con Death Wish y donde había una única saga crearon dos y dejaron a la última huérfana por arte de birlibirloque:

Death Wish - El justiciero de la ciudad.
Death Wish II - Yo soy la justicia.
Death Wish III - El justiciero de la noche.
Death Wish IV - Yo soy la justicia 2.
Death Wish V (The face of death) - El rostro de la muerte.

Os amamos traductores de títulos de películas al castellano. Os amamos a morir.

Lo mejor:
  • La tercera entrega.
  • El bigote de Charles Bronson.
  • El hiératismo de Bronson. A su lado Steven Seagal parece Jack Nicholson encocado.
  • Los pistolones.
Lo peor:
  • La saga llega a su climax en la tercera entrega, las dos siguientes sobran. Pese a todos sus muñecos explosivos.
  • CIERTO tufillo fascista.
El Papad-o-Matic 2010 ha decidido otorgarle de media a toda la saga tres bigotudas papadas rellenas de casposidad fílmica de primer nivel.




C.H.U.D. 2 (1989)

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En la Papada de George Lucas nos volvemos a adelantar despreocupadamente a la lógica y analizamos la segunda parte de C.H.U.D. sin haber analizado la primera ¿Por qué? Pues porque es nuestro blog y si no te gusta te vas a tu puta casa ¿ok? No, en serio, es que la primera era tan aburrida que no merecía una entrada completa. Ni siquiera en este blog.

Sin embargo conviene decir un par de cosas sobre la primera entrega. Y es que nunca antes el caprichoso ingenio de los creativos traductores de títulos en España se había puesto tan a prueba como con C.H.U.D. Esos héroes anónimos se enfrentaron a un nuevo reto, un reto acronímico de siglas endemoniadas capaces de hacer perder la cordura a los diver-traductores más sensatos.

C.H.U.D en inglés significa Canibalistic Humanoid Underground Dwellers, algo así como moradores caníbales humanoides del subsuelo. Las dos primeras letras se pueden traducir directamente sin pérdida de significado... ¿Pero y las dos últimas?

-¡No hay ningún sinónimo de subsuelo que empiece por U en español!
-¡Ni de moradores que empiece por D!

-Debieron exclamar con gran regocijo los traductores pues empezaban a ver vía libre para alguna de sus aberraciones-.

-¡Hagamos lo que nos salga de los cojones!
-¡Criminal!
-¿Qué te parece... Caníbales Humanoides Ululantes Demoniacos?
-¡Criminal!

Y así es como, amigos, C.H.U.D. en castellano se titula Caníbales Humanoides Ululantes Demoniacos. Que bien podría titularse Caníbales Humanoides Ultravioletas Dominicanos, Caníbales Humanoides Urticantes Dinámicos o Caníbales Humanoides Universitarios Deficientes. Da igual, ni en C.H.U.D 1 ni en C.H.U.D 2 los caníbales son demoniacos ni ululan en ningún momento.

Las dos entregas de C.H.U.D. pertenecen al subgénero de películas en las que un oficial del ejército potencialmente desequilibrado se obsesiona con la creación de supersoldados, ya sean cyborgs, ninjas o cadáveres resucitados (véanse Solo: el destructor, American Ninja 1,2 y 3 y Soldado Universal).


-Mira mamá, ¡empujo un carro de la compra invisible!
-Estamos orgullosos de tí.

Como el cine se ha encargado de enseñarnos película tras película esos experimentos acaban invariablemente en fracaso. Pero es que en esta ocasión estaban llamando a la catástrofe, provocando a la fatalidad, retando a las moiras desde la misma génesis del proyecto al que bautizan como C.H.U.D. antes de que ocurra nada malo. Si le llamas Canibalistic Humanoid Underground Dwellers a tus soldados ¿Por qué luego te sorprendes cuando se convierten en caníbales, intentan devorar a la gente y se esconden en las alcantarillas? Elige otro nombre, por mucho que le duela a los traductores de títulos ¡Elige otro nombre!

Como la primera entrega es una insípida película de terror que más bien da risa en la segunda los creadores debieron pensar, no sin cierta lógica, que si la primera daba risa tal vez estuvieran tocados por la varita mágica de la comicidad. Así que C.H.U.D. 2 es una comedia. Creo. Al menos sale un caniche canibal que se come a un cartero y eso es siempre de mucha risa.


-¡La Bestia!
-¡Pero si sólo es un conejo!
-Caniche.
-Eso.

En realidad es como si James Cameron se hubiera vuelto loco haciendo Aliens y hubiese convertido al monstruo de Giger en un patán torpe y despistado que no parase de sembrar el caos con divertidos equívocos provocados por su simpática estupidez.

Los monstruos radiactivos de la primera película han sido sustituidos por unos zombies bobalicones que no paran de morder a sus víctimas fuera de plano. C.H.U.D. 2 carece de la dosis mínima de gore que una película de sus características requiere y todos sabéis que la falta de sangre y vísceras es una de las cosas que más nos llenan de furia en la Papada de George Lucas. Una película de caníbales sin sangre es como una tortilla de patata sin cebolla, una canción heavy sin sólos de guitarra o Jose María Iñigo sin su peluquín.

Al menos la historia tiene ritmo y resulta mínimamente entretenida por lo imbécil que es todo.

El proyecto C.H.U.D. ha sido cancelado y van a destruir los restos del último de sus especímenes, pero claro, no lo hacen inmediatamente, deciden dejarlo para el día siguiente. No tienen en cuenta a un par de descerebrados estudiantes de instituto que después de perder un cadáver de su clase de ciencias deciden ir al hopistal a por otro preocupados porque les puedan suspender el curso si no lo hacen. Evidentemente un proyecto de alto secreto y riesgo nuclear como el C.H.U.D está fuertemente vigilado y... no, espera, no hay nadie vigilándolo y se llevan al bicho alegremente a sus casas donde lo resucitan electrocutándolo accidentalmente y da comienzo la invasión C.H.U.D.

De todas formas la invasión no es muy ágil porque Bud el C.H.U.D (que así se llama el especimen que resucitan) se enamora de una compañera de clase de los dos idiotas que le rescataron. Así que se pasa toda la película persiguiéndola lentamente y sólo muerde a gente así como de pasada y como quien no quiere la cosa.

Al menos la película resulta un documento histórico interesante porque nos recuerda palabras que ya no se usan y frases para ligar que nunca deberían perderse en el olvido.


-Hola, ¿estás sóla?

Pese a la remolonería de Bud el ejército de C.H.U.D's se va ampliando poco a poco y para Halloween ya son unos cuantos. Desde aquí os reto a recordar todas las peliculas que podáis que transcurran durante la noche de Halloween y en las que en algún momento alguien confunda a monstruos de verdad con gente disfrazada. Si nos esforzamos un poco creo que llegaríamos a las quinientas. Por supuesto C.H.U.D. 2 es una de ellas.

Como en tantas otras películas de terror los productores de C.H.U.D. 2 utilizan la estrategia de fuegos artificiales consistente en mantener la película en unos niveles de mediocridad constantes durante casi todo su metraje para al final gastarse todos los recursos en las últimas escenas en una traca final que al menos deje un buen sabor de boca al espectador.
En C.H.U.D. 2 no sólo hay muchas explosiones en la última escena, también se produce la declaración de amor de Bud a la chica que lleva persiguiendo desde el principio de la película. Bud le entrega su corazón a la mujer que ama pero esto no es Shrek y la cosa acaba regular.


El trampolín, mejor vía de escape posible después del callejón sin salida y la mina abandonada.

Pese a la escena anterior, en rasgos generales, C.H.U.D 2 es una película bastante blanda, con un humor bienintencionado y apto para todos los públicos, lo que suele significar puta mierda.

De hecho tal vez el mejor chiste de C.H.U.D. 2 sea esta chorrada inmensa que se oye en segundo plano.

Hijosdeputa de vecinos ¡Se merecen que se los coman los C.H.U.D.'s!

Lo mejor:

  • Tiene un buen ritmo y no aburre.
  • Sale un caniche zombie, o C.H.U.D, o lo que sea.Tampocoestoy seguro de que sea un caniche, para mi caniche es sinónimo de perro pequeño. Como hippie es sinónimo de aquel que diferencia más de tres razas de perros.
  • Una de las mejores declaraciones de amor de la historia del cine seguida de una muerte a la altura.

Lo peor:

  • Muertes fuera de plano y nada de gore.
  • Humor blando.
  • El final deja el camino abierto a una posible tercera entrega que de momento no existe pero viendo la moda de remakes y secuelas ochenteras me temo lo peor.
He enviado los pros y los contras a la NASA y en un informe de más de 500 páginas han decidido que su puntuación sea de dos papadas.

El fantasma del bikini invisible (1966)

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Me gustaría empezar este post hablando de expectativas y decepciones. Cuando tu madre prepara croquetas para cenar tus expectativas de disfrutar de una cena suculenta que haga vibrar intensa y humedamente a tus papilas gustativas se disparan. Cuando descubres que está haciendo croquetas de pescado la decepción es monumental.

Lo mismo pasa con El fantasma del bikini invisible. El título no avecina nada bueno en absoluto pero al menos piensas ingenuamente que se verán tetas. No hay que ser Einstein: bikini invisible=tetas.

Pues no.

Avatar (1966)

¿Para eso inventaron el croma? ¿Para tapar tetas con sujetadores verdes?. Parece una historia de ciencia ficción en la que los adelantos tecnológicos al principio son maravillosos pero finalmente se convierten en una pesadilla. ¡Tetas invisibles! La rebelión de los robots no es nada comparado con esto.

El caso es que en ese momento tienes la disparatada idea de que quizás la película esté jugando al mundo al revés: Igual no hay tetas como parecía indicar el título pero a lo mejor la película es buena como NO parecía indicar el título.

Pues tampoco.

El Fantasma del bikini invisible cuenta la historia de un millonario recién fallecido, Hiram Stokely, interpretado por un Boris Karloff otoñal, que desde el más allá intenta evitar que su abogado usurpe la herencia que él ha decidido otorgar a tres completos desconocidos. Para ello cuenta con la ayuda de su mujer, fallecida muchos años antes que él, y de su infame bikini invisible.

La película es una mezcla nefasta entre el peor de los episodios de Scooby-Doo y La herencia de la tía Agatha. El Cluedo no, La herencia de la tía Agatha que era lo mismo pero más cutre.

Desde el principio Hiram sospecha de su abogado y considera que es un ser malvado y despiadado lo que nos hace pensar a nosotros que Hiram es imbécil por no haberlo despedido antes. Pero bueno, también ha decidido darle su herencia a una gente que no conoce de nada así que no parece una persona muy dada a hacer cosas lógicas.

De todas formas la trama tampoco es demasiado importante porque rápidamente aparecen unos hippies en la casa del finado y empiezan a bailar sin ton ni son mientras tú intentas recordar por qué estás viendo esa película.



Solo falta Adam West.

Lo peor de estas escenas de baile es que no puedes reprimir pensar en que quizás tus padres en algún momento hayan bailado algo parecido y que quizás tras el sofoco de alguno de esos bailes ridículos haya tenido lugar tu concepción.

Aparte de los hippies vienen unos moteros, un indio, varios secuaces del abogado malvado y un mono gigante llamado Monstro para acabar de completar el guateque y la sensación del espectador de no saber qué está pasando.


¡Aquí está Johnny!

La película es una sucesión de chistes tan ridículamente ingenuos que a su lado el Show de Benny Hill parece una cota insuperable de humor sofisticado y fino. No tienen vergüenza en recurrir una y otra vez a golpetazos, forzados juegos de palabras y equívocos ocasionados por la miopía de uno de los personajes y todo acompañado de sonidos de dibujo animado.



Jejeje, se disfraza de lámpara, ¡Qué ingenioso!...
Mi cianuro por favor...


Como en todo buen episodio de Scooby Doo el plan de los malos consiste en disfrazarse de monstruos y asustar a los buenos hasta que salgan huyendo. ¿Si a Scooby Doo le funcionó durante temporadas y temporadas por qué no iba a funcionar en el cine? No lo sé, no me importa, pero definitivamente no funciona.

-¡Copón! ¡Cómo cambias sin maquillaje!


Por supuesto al final todos cantan y bailan, el abogado malvado pierde y Boris Karloff cumple su objetivo de darle su dinero a unos desconocidos en lugar de dedicarlo a causas más nobles como a construir una máquina del tiempo para evitar que se invente el croma que en el futuro nos dejará sin tetas.

Lo mejor
  • Salen Nancy Sinatra y Boris Karloff.
  • Es corta.
Lo peor
  • Se hace MUY larga.
  • Cantan y bailan mucho y sin ningún sentido.
  • Chistes espantosos.
  • Incumple las expectativas de tetas. ¡LAS INCUMPLE!


Mega Shark Vs. Giant Octopuss (2009)

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En estos tiempos donde los intelectuales campan a sus anchas por los estudios de cine con sus gafas de pasta y sus trascendentales ideas acerca del sentido de la vida pocas veces nos encontramos con un título con la fuerza primordial de Megatiburón contra pulpo gigante, un título que llena la boca y el espíritu, un título directo... directo como... como un directo a la mandíbula y si algo no le falta a esta película son... mandíbulas. <- Ni Matías Prats liga tan bien los temas. Esta joya nos la trae la productora norteamericana The Asylum, especialista en mockbusters, es decir, películas de bajo presupuesto sacadas a remolque de una gran producción a la que imitan incluso en el título y de cuya inversión en publicidad se alimentan gratuitamente.
De este modo The Asylum cuenta ya con joyas como "El tesoro de Da Vinci", "Serpientes en el tren", "Sunday School Musical", "Transmorphers" y otras muchas.
En Megatiburón contra Pulpo gigante por fin deciden ser "originales" y crear su propia historia. Sin haber visto ninguna de las otras películas de The Asylum estoy casi seguro de que no ha sido una buena idea.

El argumento de la película está prácticamente resumido en el título. Hay un tiburón y un pulpo que se odian y luchan a muerte. ¿Pero de dónde salen? ¿Vienen del espacio? ¿Son producto de la radiación? ¿Forman parte de los sueños delirantes de un adicto al Discovery Channel en un giro final a la altura de The wizard of gore?. Desgraciadamente no, ni son extraterrestres, ni radiactivos ni oníricos, sólo estaban congelados en Alaska y son liberados cuando un helicóptero se estrella contra el iceberg que los mantenía atrapados. El incidente es contemplado por la protagonista de la película cuya cualidad más destacable es la de poner cara de actriz porno en todas las situaciones subacuáticas imaginables. Ah, y es bióloga. Pero no haré chistes sobre Ana Obregón.

Esta escena me suena, pero el guarda del fondo llevaba
menos ropa y tenía las manos un
poco más abajo.

Como en toda película que se precie nadie cree a la chica. Pese a que iba acompañada por un fanegas en el momento del incidente, éste, casualidades de la vida apartó la mirada un segundo, tiempo suficiente para que el tiburón de 10.000 kilos y el pulpo mastodóntico quedaran fuera de su campo de visión.
Desde aquí me gustaría hacer una advertencia a todas las personas que se vean envueltas algún día en una película, si viene alguien diciéndote cosas raras creételas, ahorrarás tiempo, al final siempre son ciertas.

Mientras nadie se cree la historia de la chica, el pulpo y el megatiburón hacen de las suyas, el pulpo ataca una plataforma petrolífera y el megatiburón un avión de pasajeros... ¿Un avión de pasajeros? sí, un avión de pasajeros, ¿Es un tiburón volador? No, es un tiburón hijoputa que salta. Y salta mucho, unos 10.000 metros, y con su megacerebro calcula perfectamente cuándo tiene que megasaltar para pillar al avión en pleno megavuelo.



Si habéis estado atentos, en el vídeo anterior os habréis dado cuenta de que hay dos planos repetidos pero invertidos -exactamente cuando el tiburón ha atrapado ya el avión entre sus fáuces y se precipita de nuevo al mar-. Calculo que en total, en toda la película, haya unos 2 minutos de imágenes de pulpo y megatiburón diferentes. Los lumbreras de The Asylum saben amortizar sus escasos recursos y repiten los planos una y otra, y otra, y otra vez. Y para que se note menos pues los invierten, los escalan, los aceleran, los recortan... que vale, si haces eso una vez pues igual no se nota, pero ellos lo hacen constantemente. De hecho hay un plano del megatiburón que se repite más de 15 veces (contadas).

Teniendo en cuenta esta reutilización cutrona de recursos digitales y la calidad misma de estos efectos -Probablemente superables después de un curso CCC de 3D Studio de un fin de semana- queda claro que en eso no se dejaron el presupuesto. Tampoco lo hicieron en atrezzo, que parece adquirido en un todo a 100 y con prisa.

"El joystick de mi Fun Station también vale
para mi submarino porque es USB"

Y mucho menos en guión, que aparte de estar plagado de frases mongoloides parece estar escrito sobre la marcha y por personas diferentes y aisladas, porque pese a ser una película simple, plana y previsible las cosas a menudo no encajan bien. Como cuando por ejemplo la chica suelta un ecomensaje del tipo "Probablemente los gases invernadero liberaron a esos monstruos" cuando ella ha visto que fue un helicóptero estrellándose...

Total, la película sigue su renqueante curso, la chica hace equipo con su exprofesor de la facultad y con otro científico japonés que sensatamente se cree la historia y empiezan a investigar. Consiguen un diente del megatiburón, lo analizan durante una ridícula secuencia de montaje en un laboratorio y concluyen, oh sorpresa, que es de un megatiburón. Entonces el ejército les secuestra y les pone a trabajar para ellos harto de que les jodan aviones, plataformas petrolíferas y submarinos...



Epic Fail
-El objetivo ha desaparecido señor.
-Querrá decir destruido, objetivo destruido, objetivo destruido.
-No creo que podamos decir que...
-Llame a Washington, objetivo destruido.
-Pero señor...
-Objetivo a la vista.

En la base militar a la que llevan a los científicos por fin se explica dónde se gastaron el parné, en Lorenzo Lamas (El rey de las camas), que hace de militar testarudo y escéptico que preferirá utilizar la fuerza bruta y las armas nucleares antes que la razón científica.

De nuevo, advertencia a todos aquellos que tengais pensado formar parte de la historia de una película: No hagáis caso a los científicos cuando os digan "No podemos matarlo, es una oportunidad única para estudiar blablá... ", si les haces caso e intentas no matar a la criatura fracasarás y al final tendrás que acabar matándola igualmente, pero perdiendo mucho tiempo de nuevo.

Lorenzo Lamas, aparte de eso, tiene el dudoso honor de soltar la frase más gilipollas de la película, y mira que había competencia:

-Si no encontramos la manera de detenerlos dominarán los mares.... Y dominando los mares, dominarán el mundo.

A estas alturas los guionistas sintieron una especie de urticaria en las manos. Faltaba algo... faltaba un ingrediente en la película... ¿zombies? puede, pero no. ¡Una historia secundaria de amor!, claro que sí, eso nunca sobra. Como Lorenzo Lamas tiene pinta de tener la cara regular y tenían miedo de que se le cayera si le liaban con la actriz porno pues se sacaron al chinorris de la manga y folleteo al canto. Después del mete-saca el científico japonés manda a tomar por culo el mito del misticismo oriental con la poco afortunada frase "El olor es una cosa poderosa" que le da a la actriz porno la idea de utilizar feromonas para atraer a los bichos.

Nueva secuencia de montaje de laboratorios al canto y voilá. Sintetizan de la nada feromonas de megatiburón y pulpo gigante, que para más cojones brillan como si fueran blandiblú radiactivo.

Químicos de botellón: The Final Challenge.

Lorenzo Lamas después de tantos años haciendo ¿cine? no ha aprendido nada y hace caso a los científicos después de que el profesor viejuno le diga otra frase legendaria que le convence definitivamente del plan de las feromonas.

-Esos bichos llevan millones de años congelados, ¿no estarías cachondo?

Y allá que se van a echar las feromonas a la Bahía de San Francisco y a la de Tokyo para atrapar a los bichos. Elegir las bahías de dos ciudades megapobladas para contener a esas criaturas megagigantes y megaasesinas solo puede ser descrito como megaestúpido. Por supuesto la solución científica sale mal y las criaturas se enfadan aún más al ver que han recorrido medio mundo bajo la promesa de sexo gratis y subacuático y que al llegar sólo les esperan misilazos. A ver cómo te sentaría a tí, Lorenzo Lamas. De paso el tiburón se carga el Golden Gate en otro derroche de efectos especiales del máximo nivel ante la inoperancia de Lorenzo Lamas.


Lorenzo Lamas ya no es el hombre de acción que solía ser.
Ahora se piensa las cosas, y pasa lo que pasa.

Como los protagonistas son una fábrica de decir gilipolleces tienen otra idea. Ahora quieren usar las feromonas para juntar al megatiburón y al pulpo para que se maten entre ellos rezando para que los dos mueran en el combate a lo double KO del Street Fighter.

En la lucha entre el megatiburón y el pulpo gigante es cuando la repetición de planos llega al máximo nivel incluyendo la misma amputación del mismo tentáculo del pulpo gigante tres veces.
900 planos repetidos después el nuevo plan tiene éxito e incomprensiblemente se da el Double KO que esperaban, Pulpo y Megatiburón descienden a las profundidades del océano abrazados mortalmente poniendo fin a su enfrentamiento milenario.

La película se acaba abriendo las puertas a una secuela cuando el profesor llega donde los acaramelados porn actress y chinatown con los documentos que acreditan el descubrimiento de una nueva forma de vida volcánica. Así que mucho me temo que en unos meses estaré viendo Ultravolcano Vs Dinosaurio rabioso. Joder, ¿por qué me hago esto?.

A favor:
  • Hay un tiburón y un pulpo asesinos.
  • El tiburón y el pulpo son gigantes.
  • Hay frases tan idiotas que al menos alguna vez te ríes.
  • Es corta.
En contra:
  • Los planos se repiten mucho.
  • Los planos se repiten mucho.
  • Mucho repiten se planos los.
  • Los efectos especiales son especiales en el mismo sentido en el que son especiales los colegios especiales.
Puntuación final:

Wishmaster 2: Evil never dies (1999)

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Sí amigos, no estáis ciegos, efectivamente no hemos hecho todavía un análisis de la primera parte de esta saga, así que dejad de buscar erráticamente por el blog la entrada sobre la primera película, mientras agitáis vuestros brazos con airada ira, por no poder seguir en orden cronológico la evolución de esta tetralogía. En La Papada de George Lucas somos así, rebeldes, iconoclastas y adelantados a nuestro tiempo, porque… ¿Quién quiere hablar sobre la deficiente primera parte, pudiendo pasar directamente a la insultantemente mala continuación?

Wishmaster 2, o cómo querer repetir conceptualmente la primera parte con un tercio del presupuesto original, es la historia de una joven de mirada distraída, con cara de haberse fumado todas las especies del herbolario de la abuela Mildred...

La Ramona se ha fugao con el hijo de cartero
Ramona, te quiero. Como no cabía en el tren

se la lleva en un velero. Ramona, te quiero.

...y adicta a la automutilación dactilar gratuita.


Cariño, no te olvides de trocear bien las zanahorias para el guiso.

La historia de una joven cleptómana, que de la noche a la mañana, y tras robar en su galería de arte favorita, junto al palurdo de su novio y a un tercer actor de reparto (que no importa un carajo y muere rápido), se encuentra en la delicada tesitura de evitar el fin del mundo ¿Por qué? Por haber despertado, accidentalmente, a un maléfico y todopoderoso Djinn, que quiere traer a su raza a nuestro plano, para conseguir llevar a cabo la típica (pero no por ello menos excitante) tarea de dominar el mundo con sus hordas. Después de haber sido derrotado de manera estúpida al final de la primera película, y de tener que volver a través de una piscina de burbujeante y espeso moco, yo también estaría cabreado y deseoso de subyugar a la humanidad.

Esto es lo que pasa cuando Gérard Depardieu te estornuda encima.

Hasta aquí todo correcto, tenemos la habitual película de terror para toda la familia, con carnaza para el niño y la niña… Un momento, ¿para el niño y la niña? No, eso es precisamente lo que falla. Se podría pasar por alto el tremendamente incoherente y ridículo guión, la endémicamente generalizada pobre interpretación por parte de todo el reparto, la edición prácticamente amateur, e incluso los efectos visuales y de maquillaje de tercera división, pero al genio que se le ocurrió hacer una película gore sin apenas gore, deberían obligarle a tragarse el manual de corrección política que estudió Ramón García.

Edición especial para retards con capa que presentan las campanadas.

A diferencia de la primera parte, donde la casquería corre por doquier, esta vez sólo hay dos escenas en las que abunde el sirope de fresa. En la primera, un malvado delincuente atraviesa, literalmente, los barrotes de una celda, después de que el Djinn le conceda su deseo de manera maravillosamente explícita. Se nota el cartón, pero aun así es gracioso. Luego tenemos la escena final (hiriente autoplagio respecto a la primera parte de la saga), con docenas de extras corriendo de un lado para otro, mientras el atrezzo de una sala de casino adquiere pretensiones homicidas. Y se acabó.


Con paciencia y vaselina, dio por culo el elefante a la hormiga.

El casting para esta película podrían haberlo hecho, perfectamente, asignando los papeles de los personajes a gente al azar que paseara por la calle, y nadie habría notado la diferencia. Andrew Divoff Repite en el papel del Djinn, la malvada entidad que habita entre los mundos, y que es capaz de conceder deseos a los humanos, deseos que suelen acabar de manera creativamente mortal. Posiblemente Divoff realiza la interpretación menos mala (que no mejor) de todo el filme. La mitad de las escenas se las pasa limitándose a mostrar una sonrisa idiota, como si su camello acabara de pasarle la dosis del día.

Los caminos del peyote son inescrutables.

Holly Fields es nuestra lozana protagonista, y transmite la misma credibilidad en el papel de heroína que tiene una batidora como maquinilla de afeitar. Mención especial merece Paul Johansson, el cura vigoréxico. Su personaje ya es bastante apestoso de por sí, pero es que además Paul parece haber salido de la misma escuela de interpretación en la que se graduaron HAL 9000 y Skynet. La mesa camilla que nunca tuve posee más carisma que él.

Si tuviera que enumerar todas las incoherencias, vacíos y giros gratuitos del guión, tardaríais más en leer esto que en ver la propia película, así que haré un resumen de mejores momentos: Para empezar (aviso de SPOILER si no habéis visto la primera parte), el hecho de que Divoff repita en el personaje del Djinn es ridículo, puesto que al final de la primera entrega, todo lo que hizo el ser de entre los mundos fue deshecho, y eso por supuesto incluye el apropiarse de la forma humana que muestra en esa película; el momento en el que la protagonista decide mutilarse un dedo, no se sabe muy bien a cuento de qué, es uno de los mayores “pero qué hostias es esto” que recuerdo; el detalle de que se nos diga que el Djinn necesita apropiarse de 1001 almas (en la original, con cuatro o cinco tenía de sobra), y en el ocaso de la película, cuando desata la traca final, tenga 400, me hace pensar que los guionistas no andan muy bien de matemáticas.

Y hablando de giros, os dejo con el giro de piernas del protagonista de esta escena, en la que procede a autosodomizarse, de una manera que aun no logro comprender, en la que posiblemente sea la escena más absurdamente bizarra de toda la cinta.



Puntuación final:

Brain Damage (1988)

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Según la mitología etrusca, Menrva -diosa de la sabiduría, la guerra, el arte y el comercio- nació de la cabeza de su padre, Tinia. Minerva, su contrapartida romana, nace asimismo de la cabeza de Júpiter, quien siente un gran dolor de cabeza tras devorar a Metis y recurre a Vulcano, que se presta a aliviarle mediante un hachazo, lo que se considera en la actualidad el nacimiento de la seguridad social.

Si alguno de nuestros lectores fuese lo suficientemente inteligente, no tardaría en relacionar este hecho mitológico con la portada de Brain Damage, donde nuestro Júpiter particular parece sufrir una cefalea algo preocupante. Por desgracia no es nuestro caso, pues nuestros lectores son el último vestigio de homoespecies descartadas apresuradamente por la evolución, quien afirmaría no saber en qué estaba pensando si le preguntásemos por su creación.

Así, nos encontramos ante una obra del más alto nivel que rinde culto a los clásicos, y me atrevería a afirmar que asistimos a una autoreferencia donde Henenlotter se autoproclama dios de la sabiduría, la guerra y el arte -aunque no del comercio, por motivos obvios-, surgiendo del cráneo abierto y luminoso de su protagonista.

¿Alegoría de altísimo nivel cultural sobre la existencia humana y el nacimiento del arte en la cultura o simple agujeraco en la cabeza?

Brain Damage explora la esencia humana, la caída del hombre en desgracia, un viaje a los infiernos de la droga y de la sangre de la mano de un pérfido y monstruoso Virgilio llamado Aylmer. Según sus propias palabras, Aylmer es una criatura vieja como la humanidad, cuyo único propósito en la vida -lo que asegura que el espectador se sienta inmediatamente identificado- es devorar cerebros humanos. Para tal fin se sirve de su forma fálica y sus deliciosos jugos biológicos, una potente droga alucinógena que le convertiría a usted y a mi -y a Robert Downie Junior ni le cuento- en esclavos de su adicción.


"Te gusta que te dé lo tuyo por detrás, ¿verdad?" "¿Cómo dices?" "No, nada."

Brian, el pringado de turno, se convierte en el elegido de un Aylmer recién emancipado vía desagüe, al más puro estilo Mario Bros. Tras una escena en la cama de un misticismo que ya quisiera David Lynch, Aylmer puede dedicarse a la recolección de cerebros, cabalgando a Brian como el enano aquel de Mad Max que iba subido a un gigantón sin cerebro en la cúpula del trueno -utilización de un enano que, por otra parte, también se la habría puesto morcillona a Lynch si se le hubiese ocurrido a él-. Como apunte, decir que me habría gustado más al revés, un gigantón subido a la chepa de un enano, lo que resulta más creíble porque el tipo grande puede amenazar al enano con darle de hostias si no le obedece, ¿pero qué iba a hacer el enano si el gigante no obedece? ¿muecas? ¿ruidos molestos? ¿ponerle a parir en su blog? ¿hacerle una foto a un chorongo, subirla a Facebook y etiquetar al gigante en ella?


Amores de discoteca, la moraleja.

Tras n escenas de devoración cerebral, la crisis entre Brian y su entorno se acentúan, y su relación con Aylmer se resiente. Aparecen los anteriores compañeros de piso de Aylmer en lo que bien podría ser una escena de Apartamento Para Tres, si no fuese porque empiezan a volarse la cabeza unos a otros, morderse y movidas muy chungas que no habrían pasado la mojigata criba judía de los censoproductores de la entrañable sitcom. ¿Qué decís, que queréis que concrete más? ¿Que ponga una imagen? ¿Un vídeo? ¿Que os estoy privando de una de las mejores escenas de la historia del cine? Pues os jodéis, esto no es una democracia, sino una autocracia parlamentaria marginalmente recursiva.



Y eso es lo que pasa si usáis bastoncillos para los oídos, niños.

Tras la estafa que supone que la grandiosa escena de la limpieza de oído resulte ser un delirio provocado por el síndrome de abstinencia sin peso alguno en la trama, la película concluye en una flipadura de 6.3 ownios, unidad de medida que he acuñado para que os hagáis una idea de la cara que se os queda tras un OWNED de estas características. Porque, y atención que os SPOILEO en toda la cara, le arrancan a Aylmer de la nuca en plena dosis, lo que provoca un cortocircuito neuronal, una grave hinchazón y un dolor agudo -parecido a cuando los hijos de tus vecinos te despiertan a las 10 de la mañana hablando de Pokemon debajo de tu ventana-. Esto resulta en un Brian pegándose un tiro en la frente, con azulísimo y resplandeciente resultado. Eso es, motherfuckers, os puse el final de la película al principio de todo, ¿pero qué vais a hacer ahora? ¿lloriquear como mujerzuelas? ¿fruncir el ceño? ¿enviar una queja a mis editores? Uhm, olvidad esto último.

Podríamos concluir que lo que prometía ser una obra de culto a la altura de Basket Case se queda en una historia inconexa y decepcionante donde la adicción es una excusa de lo más pobre para que Aylmer haga de las suyas, con personajes secundarios irrelevantes como la novia y el ¿primo? ¿hermano? ¿compañero de piso? y situaciones ridículas como:

-Hola, soy Aylmer, un monstruo que te ha hecho sangrar por la nuca, ¿quieres ser mi amigo bajo la ridícula promesa de que una criatura deforme de 30 cm pueda hacer tus deseos realidad?
-¡Vaya que si quiero!

Por no hablar del desenlace, que no tiene ningún sentido, siguiendo esa cansina tendencia "no sé como acabar la película, así que pongo algo raro y engimático y me quedo tan ancho".

A favor:
  • La poderosa voz de Aylmer, que no desentonaría con un archicanciller alemán.
  • La escena épica, aunque previsible, del felatality.
  • La riada de sangre auricular.
En contra:
  • La forma fálica de Aylmer sólo se aprovecha en una escena.
  • La forzada relación inicial entre Aylmer y Brian.
  • Personajes de relleno.
  • Desenlace decepcionante.
Por lo tanto, mi puntuación viene a ser:
Dos papaditas

The Wizard of Gore/El Mago del Gore (1979)

Filed under: , , , , by: Harley Fuagrás

Célebre clásico del gore sacado de nuevo a la palestra gracias a Juno, la edulcorada ¿comedia? indie que nos recuerda la norma #1 de Hollywood: “Las strippers no deben escribir tus guiones”.

Pero no estamos aquí para hablar de las estúpidas tribulaciones de una prepúber embarazada sino para hablar de vísceras, sombreros de copa y el mejor giro final de la historia del cine.

El planteamiento de la película es simple, Montag, un misterioso mago con la cara de cera y los dientes de madera…


…realiza sangrientos trucos de magia durante su espectáculo de ilusionismo. Corta a mujeres por la mitad con sierras eléctricas a la vista de todo su público para después reconstruirlas amasando sus vísceras como quien amasa la harina y la levadura para hacer un bizcocho (en el hipotético caso de que los bizcochos se hagan así, que no soy el puto Arguiñano ¿estamos?).

Siempre que vuelves a casa , me pillas en la cocina,
Embadurnada de harina... Con las manos en la masa...

La cuestión es que pasadas unas horas las mujeres que participan en los números de Montag vuelven a su estado deconstruído y mueren. Es entonces cuando una periodista y su pareja -que se darán esporádicos e imprevisibles lotazos a lo largo de toda la película- empiezan a investigar el caso.

Montag es el nuevo Bob Esponja.
No, esto no es un montaje, es de la película.

¿No suena ni tan mal verdad? Pues es horrible. La película es repetitiva a muerte, Montag hace su número cuatro veces y las cuatro repite las mismas frases, sólo cambia la forma en la que mata a la mujer voluntaria. Prácticamente la totalidad de la película debe de estar rodada en el mismo estudio y los únicos exteriores son unos confusos y oscuros planos de una ¿persecución? en coche. Las paredes siempre están cubiertas de cortinas, lo que nos lleva a pensar que o bien el attrezzista tenía una tienda de cortinas e hizo el agosto o bien no se les ocurrió una forma mejor para tapar los muros de ladrillo del estudio.

Mirada acero azul de Montag.
(Este plano se repite unas 200 veces)

Las interpretaciones, empezando por la de Montag, son sobreactuadas e histriónicas y en La Papada de George Lucas solo le permitimos el histrionismo a Vincent Price.


Cuentan que el protagonista de la siguiente escena, siguiendo el método
Stanivlavski,
le preguntó al director qué había en el primer cajón
de la me
sita de la cocina para poder meterse en el papel del personaje.
Los resultados brillan con luz propia.


Mención especial también al público de las actuaciones de Montag, que aplaude sus horripilantes números como quien aplaude en la ópera. ¿Que le sacan el cerebro por la oreja a una chica y le arrancan un ojo? ¡Fabuloso! ¡Exquisito!



Todo es insufrible hasta el final, hasta ese momento en el que crees que ya no vas a poder escuchar otra vez a Montag decir lo de “cómo puedes estar seguro de que es real lo que ves” sin pegarle un puñetazo al dvd. Hasta ese legendario momento de la historia del cine que revelaré después de la advertencia de SPOILER.


Después de que el chico de la película mate a Montag impidiendo que hipnotice vía televisión a todo el país en uno de los combates finales más irrisoriamente cortos que he visto nunca:


¡ZAS! ¡Al fuego!

...Él y su chica aparecen sentados en el salón de su casa -con paredes de cortina, como no-Parecen aliviados por haberse liberado de la amenaza de Montag… pero… ¡Montag es el chico! ¡¡TWIST!!. Pero… en realidad la mujer había hipnotizado a Montag desde el principio y toda la película ha sido una alucinación hipnótica inducida por la chica en el cerebro de Montag. ¡¡¡¡ÜBBER-TWIST!!!!. Y así, con dos giros ridículamente imprevisibles que al menos te dejan con una carcajada en la boca acaba The wizard of gore.


Chúpate esa Shyamalan.



Puntuación Final